
LOS FEMINISMOS Y EL PSICOANÁLISIS DE ORIENTACIÓN LACANIANA
¿UNA ARTICULACIÓN POSIBLE?
Por Claudia Cefalo
Foto: Kaloian Santos Cabrera
Abajo el Patriarcado, SE VA A CAER
Partimos del padre. Si hablamos del padre, hablamos de una época, la de Freud. Y si hay algo que aprendimos de él, es que se trate de la época que se trate, existe un malestar estructural, que es inherente a toda cultura. Para el padre del psicoanálisis -nunca mejor utilizado el término- “La vida tal como nos es impuesta, resulta gravosa y para soportarla, no podemos prescindir de calmantes, a saber: poderosas distracciones, satisfacciones sustitutivas y sustancias embriagadoras” (1). Frente a dicho malestar nos encontrábamos con diferentes modalidades de respuestas subjetivas singularísimas, como el síntoma, el amor, los narcóticos, la sublimación, o el delirio.
En términos lacanianos, se trataba de una época en donde contábamos con ese operador fundamental que nos permitía localizar el goce singular de cada quien. El Nombre del Padre, significante privilegiado, brújula que organizaba las relaciones del sujeto con el mundo y nos orientaba acerca de cuál era su lazo con el Otro. De esto obteníamos, a su vez, una clínica. Allí se producía un saber, el saber del inconsciente, a partir del cual se formalizaba un síntoma en el que por cierto, se creía.
Ahora bien, hoy, ¿estamos ante las mismas coordenadas de esa época freudiana signada por la existencia del Otro? Miller, nos dice hace tiempo: “vivimos en una época formidable, porque estamos frente a la salida de la época del padre”(2), que podríamos caracterizarla por la caída. Caída de ese operador fundamental, caída de los ideales y por qué no, una época en donde ya no se cree en el inconsciente. Necesariamente, esto trae consecuencias. Ni mejores, ni peores, sino diversas pero ineludibles.
El Malentendido Fundamental
¿Es la feminización del mundo el nombre de la nueva época? Es notable el ascenso de las mujeres al cénit social, sin embargo, ello no debe confundirse con lo que J. A. Miller denomina feminización del mundo. ¿A qué se refiere con esto? Siguiendo a Gorostiza, “pensar la feminización del mundo, sería pensar en modalidades rizomáticas sin un centro estable, fijo, determinado, como lo era el Nombre del Padre, más bien se trataría de un conjunto abierto que no tiene un límite preciso”(3). Para seguir esta idea, debemos remitirnos a la conceptualización del goce femenino que J. Lacan formaliza en su Seminario XX. Allí, nos presenta las fórmulas de la sexuación. Se trata, de “cuatro fórmulas proposicionales, dos a la derecha, dos a la izquierda” y nos dice: “todo ser que habla, se inscribe en uno u otro lado de las fórmulas”(4). Del lado izquierdo de éstas o lado todo, encontramos al goce fálico; goce localizable, representable y contable - presente en ambos lados de las fórmulas. Del lado derecho o lado no todo, localizamos un goce dual: goce fálico y goce suplementario, abierto, que no hace conjunto. A este último, se lo llamó: goce femenino. Así, explica G. Camaly: “Lacan se separa radicalmente de Freud al formalizar, en primer lugar, que esta relación de la mujer con la función fálica –que comparte con el hombre- no la define en tanto tal; y en segundo lugar, al articular la existencia de un goce suplementario al goce fálico, que habita el cuerpo de una mujer y cuyas coordenadas son las de lo ilimitado”(5). ¿Serían entonces, lo ilimitado, lo irrepresentable, lo ilocalizable, las coordenadas que signan la época actual?
Arriba el FEMINISMO, que va a vencer
¿Se podría pensar a los feminismos como un discurso? En el seminario XVII “El reverso del Psicoanálisis”, Lacan, nos presenta cuatro discursos: amo, histérico, universitario, y analítico. Cada uno de ellos, se conforma de cuatro elementos (S1, S2, $, a), y cuatro lugares (agente, otro/saber, verdad y producción).
Sabemos que en el discurso analítico, “lo que ocupa el puesto de mando es el mismo objeto a, en tanto idéntico a éste, se presenta para el sujeto como la causa del deseo”(6), es decir, el analista está en lugar de agente apuntando a la producción de un sujeto dividido que se arme una pregunta respecto de su goce (a→$); mientras que si pensamos a los feminismos como un discurso, lo que se ubicaría en el lugar de agente, en el lugar de la dominante, es el saber (S2), tal como sucede en el discurso universitario. De esta manera, no habría un sujeto barrado que se formule una pregunta que esté dirigida a un sujeto supuesto saber, puesto que, en el lugar de la producción, no pone a un amo a trabajar para producir un saber, sino que asume la posición de tenerlo.
Como analistas, estamos advertidos de que el saber, en posición dominante, esconde la presencia del amo. Y el discurso del analista, nos dice Lacan, debe encontrarse “en el punto opuesto a toda voluntad manifiesta de dominar” porque “es fácil deslizarse hacia del discurso del dominio”(7).
¿Analista FEMINISTA?
Jaques Lacan nos anticipó que el analista debe estar siempre advertido de la subjetividad de la época. Eric Laurent, lo dice de otra manera, el psicoanálisis tiene un partenaire: la civilización. Entonces ¿qué articulación posible para “los feminismos” y el psicoanálisis de orientación lacaniana?
El feminismo fue, y sigue siendo una de las revoluciones sociales, culturales y políticas más importante de todos los tiempos. En nuestro país, desde ese junio de 2015, con la marcha del colectivo “Ni una Menos”, se empezó a visibilizar desde las calles, hacia el interior de los consultorios, algo que se instaló para quedarse: la lucha contra el patriarcado, que entre muchas otras cosas, se propone la unión de las mujeres -que no es sin las minorías y disidencias, el colectivo LGTB- para y por la lucha contra la violencia de género y su consecuencia más grave, el feminicidio; así como también, la lucha por la despenalización del aborto que va de la mano de la premisa “la maternidad será deseada o no será”, cuestión en la que tanto el discurso de los feminismos como el psicoanálisis de orientación lacaniana acuerdan, en tanto que ambos consideran que el cuerpo no es lo biológico ni el destino de la mujer la maternidad. Lacan, se ocupó muy bien de ello, al formular la separación entre la mujer y la madre.
Por otro lado, algo de lo que se ocupó y se ocupa el psicoanálisis es del deseo, ya que está en el corazón de la práctica analítica. Pero el deseo, tal como lo entiende el psicoanálisis, es ante todo singular, mientras que en el discurso de los feminismos, ¿se trataría de una lógica colectiva, y por ende universal, quedando entonces, del “lado todo”?
Como nos enseña Laurent, sabemos que la posición del analista en una dirección de la cura no comulga ni con los semblantes del momento, ni con los del pasado - familiares y patriarcales, de la época en que se creía en el padre. Y que si el discurso de los feminismos ubica al S2 en el lugar de agente, haciendo del objeto a un semblante, éste, tal como plantea G. Rodríguez, homogeniza una norma de funcionamiento que atenta contra la singularidad de cada quien. Por ello, es necesario pensar al psicoanálisis, como aquel que “vendrá a valer como referencia en la cruzada contra los semblantes, pero advirtiendo que su partida se juega en otro lugar, al diferenciarse de la cultura de la que forma parte, como síntoma que sigue la pista de lo que no anda en cada discurso”(8).
Como analista ciudadana, me pronuncio a favor del ascenso de las mujeres a lugares de poder, y derechos que antes sólo estaban reservados a los hombres, pero sin embargo, estoy advertida de que aún “persiste un malestar de difícil localización, imposible de nombrar. Dicho malestar toma la forma de reclamos dirigidos al Otro social que buscan hacer entrar el régimen del goce femenino en el reconocimiento del Otro”(9).
Referencias:
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Freud, S. (1930/2007). El malestar en la cultura. En Obras Completas, vol. XXI. Buenos Aires: Amorrortu, p.75.
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Coletivo de Autores (2019). Conversación de Jacques-Alain Miller con Christine Angot en el Teatro Sorano, en Feminismos: Variaciones, Controversias. Buenos Aires: Grama Ediciones, p. 26.
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Colectiva de autores. (2019). ¿La feminización del mundo? Entrevista a Leonardo Gorostiza, en Feminismos: Variaciones, Controversias. Buenos Aires: Grama Ediciones, p. 58
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Lacan, J. (1973/2014), El seminario. Libro 20. Aún. Buenos Aires: Paidós, p. 96.
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Camaly, G. (2017). Los impasses de la feminidad, goces y escrituras. Buenos Aires: Paidós. p. 24
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Lacan, J. (1970/2012). El seminario. Libro 17. El reverso del Psicoanálisis. Buenos Aires: Paidós, p. 112.
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Ibíd.p. 73.
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Rodríguez, G. (2019). Lacan entre las feministas: La objeción de la mujer. Buenos Aires: Tres Haches. p. 53.
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Ibíd. p. 39.
